En setiembre de 2010, el cuerpo sin vida de Gonzalo Julián Antillanca, de 19 años, fue arrojado desde un auto en plena calle del barrio UPCN de Trelew.
La policía dijo en un primer momento que el joven había muerto producto de un coma alcohólico.
Pero la versión empezó a caer, cuando una testigo de identidad reservada denunció que vio cómo el cabo Martín Solís, de la seccional cuarta de Trelew, le ordenaba al chofer de un patrullero que bajara el cadáver de Julián que estaba en el baúl.
A su vez, el padre del joven logró que se hiciera una autopsia que determinó que el motivo de la muerte no fue un exceso de alcohol sino fuertes golpes en la nuca. Además, un estudio complementario encontró, en el patrullero, muestras de tejido con el ADN de Antillanca.
Según denuncia la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional, desde el gobierno provincial y la cúpula policial, se intentó desviar la investigación presentando testigos falsos y permitiendo que manejara la investigación la misma fuerza acusada, es decir la policía.
Actualmente, están imputados en la causa el cabo Martín Solís, con los cargos de partícipe primario y encubrimiento del homicidio; y el comisario Carlos Sandoval con los cargos de encubrimiento del homicidio y falsificación de documento público. Todas las acusaciones son agravadas por la función pública que ejercían. Solís además está bajo arresto domiciliario (detenido en una cárcel ya sería demasiada justicia…)
La familia de Julián realizará el próximo 24 de mayo una marcha en Trelew para exigir justicia. Ese día, Julián cumpliría años.