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viernes, 23 de junio de 2017

SEXTA audiencia del proceso a dos represores de la CNU La Plata

UN JUICIO DEMASIADO PEQUEÑO

En una nueva jornada del juicio a los represores Carlos “Indio” Castillo y Juan José “Pipi” Pomares tres testigos relataron la historia de dos de los jefes de la banda en La Plata y una decena de crímenes que aún siguen sin respuesta.

Por HIJOS La Plata
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Al comienzo de la sexta audiencia Mariana Rave, hermana del militante de la UES Ricardo Arturo “Patulo” Rave, asesinado por una banda mixta de la CNU-Policía-Ejército en diciembre de 1975, habló por teleconferencia desde Dublín, la capital irlandesa. Mariana dijo que es la primera vez que declara por su hermano y por los hechos ocurridos cuando ella tenía 13 años. Contó que la familia vivía en una casa de calle 8 42 y 43 y eran 9 hermanos. La noche del 23 de diciembre del ’75 “Patulo”, que tenía 18 años y llevaba 3 meses viviendo en casas de compañeros, fue a cenar con los padres por la navidad y contó que se estaba por casar e irse a vivir con su compañera. Cuando se fueron a dormir llegó un operativo conjunto que ingresó violentamente a la casa. Después de apartar por un lado a la madre y las hermanas en un cuarto, y por toro a los hermanos menores en un patio, pudo escuchar que su padre y “Patulo” eran interrogados en el living. Los represores actuaban con armas largas que apuntaban todo el tiempo mientras rompían y robaban. Entonces escuchó que en un momento dijeron “A este lo llevamos” y salieron con “Patulo” secuestrado. La confirmación de que se trataba de un operativo conjunto la tuvieron por dos fuentes distintas: los vecinos dijeron que afuera había habido un despliegue de móviles oficiales de agentes armados cortando la calle, y dos tíos militares, Bernardo y Wilfredo Rave, pudieron averiguar desde dentro que no se trataba sólo del Ejército, sino de la Policía y la CNU. Mientras la familia movía los primeros contactos, “Patulo” apareció torturado, asesinado y colgado en el “Puente de Fierro” de calle 90 y 31, a la salida de La Plata. Además, la testigo refirió hechos de amedrentamiento previos al asesinato de su hermano. En agosto del ’75 su hermano Miguel, siendo aún un joven estudiante de 11 años, fue secuestrado mientras iba al colegio, maniatado y amedrentado por 38 horas. En septiembre y octubre del mismo año  le colocaron dos artefactos explosivos en la puerta de la casa familiar, el primero desactivado por un policía amigo de la familia y el segundo que explotó causando graves daños materiales. Mariana refirió que “el comentario general es que eran la CNU y la Policía bonaerense”.  
La familia Rave fue especialmente golpeada por la represión, y el asesinato de “Patulo” fue un duro golpe a toda la militancia secundaria peronista en La Plata. “Fue el símbolo de que ya no respetaban nada, ni a los adolescente”, concluyó Mariana y agregó que “nos sacaron muchas cosas de nuestras vidas, empezando por Patulo”. Sus hermanos Gustavo y Carlos Rave, todos militantes del peronismo revolucionario, fueron asesinados por la dictadura en julio y agosto de 1976.


El siguiente testimonio fue el de Susana Ure, esposa del militante revolucionario platense Víctor Hugo Kein, asesinado por un grupo conjunto de la CNU Mar Del Plata y La Plata en junio de 1975 tras sufrir cárcel y persecuciones. Ure rememoró la militancia de su marido como estudiante de Arquitectura de la UNLP, donde ayudó a fundar la FURN en el año ‘66 y ya en el año ‘71 militando en las FAR es detenido. Pasó un estricto régimen como preso en el buque-cárcel “Granaderos”, Devoto y Rawson, y fue liberado con la amnistía del 25 de mayo de 1973 dictada por el presidente Héctor Cámpora. Tras ello, Kein se fue a vivir a Mar Del Plata por razones de seguridad, pero la ciudad balnearia la CNU también desplegaría el terror.
En marzo del ’75 fue asesinado en un atentado el jefe de la CNU Mar Del Plata, Ernesto Piantoni, abogado de estrecha relación con la Juventud Sindical Peronista marplatense que conducía por entonces Hugo Moyano. Al velorio concurrió un grupo de la banda platense de Castillo que juró venganza y realizó una lista para practicar una serie asesinatos en lo que denominaron “5x1”. El resultado fueron los homicidios de Enrique “Pacho” Elizagaray, Jorge Videla y sus dos hijos, y del médico Bernardo Goldemberg. Por esos hechos, junto al asesinato de la secretaria general de la Universidad Católica marplatense María del Carmen Maggi, fueron condenados en diciembre pasado siete integrantes de la CNU Mar Del Plata. Ure sumó otros hechos previos al asesinato del “Flaco” Kein: el asalto de la casa del padre de Mirta Clara, compañera de militancia de Kein y esposa de Néstor Salas. Los CNU preguntaron por Kein y Salas, militante y compañero de estudios de Kein en Arquitectura de La Plata, pero no encontraron a nadie. Al día siguiente fue allanada la casa de los padres de Salas en Berazategui, hecho del que participó el integrante de la CNU Jacek Piechocki, apodado “El Alemán” y refugiado hasta hoy en la colectividad polaca de Berisso. Salas fue detenido y posteriormente asesinado en la denominada “Masacre de Margarita Belén” en Chaco en diciembre de 1976.
Con tono pausado y calmo, pero contundente, Ure detalló el secuestro de su marido, quien se había quedado la noche del 12 de junio del ’75 terminando un trabajo en el estudio de arquitectura que compartía con otros colegas. Lo acompañaba Jorge Del Arco, un estudiante de 17 años oriundo de Pehuajó. Al otro día Susana supo que su esposo había ido a trabajar, y cuando va al estudio encontró todo dado vuelta, rastros de sangre y las paredes empapeladas con la revista “Descamisados”, un ardid de la CNU para adjudicarle el hecho a Montoneros. Tras realizar varias averiguaciones en los diarios de Mar Del Plata publicaron la aparición de 2 cadáveres NN, que por la descripción física supo que eran su marido y Del Arco. Ambos tenían signos de tortura, los ojos vendados, las manos atadas y decenas de disparos en todo el cuerpo. Por el hecho se abrieron dos causas en la época, una por homicidio y otra por secuestro, pero ambas fueron cajoneadas tras caer en manos del fiscal Gustavo Demarchi, jefe de la CNU tras la muerte de Piantoni.
En los tramos más importantes del testimonio, Susana Ure realizó una radiografía de la CNU, tanto de La Plata como de Mar Del Plata, desde sus orígenes en algunos integrantes del grupo nacionalista Tacuara, como Félix Navazzo y Néstor Beroch, pasando por las conexiones generadas por Demarchi cuando era estudiante de derecho en La Plata, hasta el germen ideológico del grupo que fueron las cátedras del Instituto Cultura Clásica “Cardenal Cisneros” que realizaba el teólogo Carlos Di Sandro. Sobre este personaje Ure afirmó que “concebía a la universidad como un lugar estratégico donde combatir al enemigo que, según ellos había corrompido la mente de los jóvenes desde la Reforma de 1918, y producto del efecto de la revolución Rusa de 1917. En el Concepto de ‘Sinarquía’, es decir un gobierno mundial oculto de fuerzas contrarias a los intereses nacionales, y manejado por una extraña conjunción del capitalismo, el comunismo y el sionismo, sintetizaba y articulaba a todos los enemigos a aniquilar”. Según Ure así legitimaban su accionar con un “plan sistemático de exterminio en una etapa de castigo ejemplar, para sembrar el terror y mostrar a toda la sociedad lo que le puede pasar a todo aquel que tenga una militancia política”. Por eso, remarcó la testigo, “cometieron cientos de crímenes en el país, más de 60 asesinatos en La Plata con la misma modalidad: con zonas liberadas, desplazamiento impune para secuestrar, con tres vehículos operativos (dos de contención y uno que efectuaba el secuestro), las salvajes torturas y fusilamientos a la luz pública, el uso de credenciales falsas y ropa de fajina de las fuerzas policiales y militares, los robos y los asesinatos con decenas de disparos. Todo este accionar era imposible de realizar si no se contaba con apoyo estatal”. Con total claridad la testigo continuó: “El apoyo estatal consistía en no investigar de parte de la justicia, silenciar o tergiversar los hechos de parte de los grandes medios de comunicación, la liberación de zonas y la coordinación precisa de los secuestros de parte de las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas que dejaron hacer y sabían todo lo que sucedía a través de sus servicios de inteligencia”.


A mayor abundamiento, Ure relató que es prima hermana de quien ocupó la jefatura Nacional de la CNU, Patricio Fernández Rivero. Y destacó un hecho que marcó al jerarca y lo sacó de circulación: un accidente en auto ocurrido en el barrio porteño de Palermo el 20 de junio del ’74 donde perdió un brazo y dejó expuesto el traslado de armas de grueso calibre. Según Ure “en el grupo también estaba el ‘Pipi’ Pomares, la esposa de Patricio, que es la sobrina de Di Sandro, y venían de festejar la Masacre de Ezeiza en su primer aniversario, y que había sido el estreno de todos estos pequeños grupos de ultraderecha para custodiar el palco donde iba a hablar el General Perón. El auto dio varios vuelcos y salieron armas y granadas. Pomares quedó herido y luego desapareció de donde estaba internado. Patricio sufrió la  amputación del brazo izquierdo y perdió la jefatura de la CNU, que pasó a manos de Piantoni”.
Apuntó además que Fernadez Rivero estuvo detenido en 2013 en la causa CNU de Mar Del Plata, pero recibió la detención domiciliaria, fue declarado incapaz y excarcelado, con especial gestión realizada por el ex gobernador de Córdoba José Manuel De la Sota, que le ofreció asilo hasta hoy en esa provincia.


El testimonio final estuvo a cargo de Marcelo Ponce, primo de otro referente de la CNU platense, Gastón Ponce Varela, cuyo asesinato en julio de 1975 le dio la excusa a la banda de Castillo para practicar la venganza desatada contra los militantes de izquierda. Marcelo no dudó en definir a su primo como “un matón” que “andaba permanentemente armado con un 38”. Relató que la familia vivía en dos edificios sobre calle 46 entre 13 y 14 de La Plata, propiedad del abuelo en común. Con Gastón comenzó a tener confianza cuando iban a la cancha a ver a Estudiantes de La Plata y le relataba sus “anécdotas de cómo participaban rompiendo huelgas entre el ’71 y el ’74. También decía que había ido a Córdoba, a participar del derrocamiento del gobernador Obregón Cano, y a Mar Del Plata a hacer otras tareas. Decía que iban en avión y les pagaban todo. Gastón cobraba en el Hipódromo y en IOMA sin trabajar. Tenían electrodomésticos robados que eran ‘botín de guerra’. Cuando fue asesinado el dirigente Rodolfo Achem, me dijo que había pasado por el velorio en casa Betti, a una cuadra de nuestra casa, y había sacado la mano por la ventanilla mostrando el anillo de Achem”. Además contó que Gastón era íntimo amigo del “Indio” Castillo desde muy jóvenes, y que compartían un lugar en la barra brava de Estudiantes. Según el testigo “Gastón decía que tenía muchas muertes, pero que más tenía Castillo, más de 100”. Además afirmó que en los fondos de la casa familiar, donde hoy está el colegio Del Centenario, los CNU tenían un lugar donde practicaban tiro: “se juntaban ahí sobre todo desde el ’73. Cortaron un nogal a los tiros. Disparaban y cantaban la marcha peronista”.
Marcelo contó que un domingo cuando estaba en su casa con un compañero estudiante de arquitectura escuchó tiros, se asomaron por los techos a la calle y vio un patrullero y el auto de su primo. Ponce Varela había sido asesinado en un atentado cuando volvía del hospital con su mujer y su hija. “Al rato llegó un Falcon naranja. Bajó el ‘Indio’ con una Itaka, la cargó, y cuando un oficial policial del operativo lo quiso frenar se lo sacó de encima y entró a la casa de Gastón. Evidentemente la Policía no le podía hacer nada. A las dos horas del hecho los CNU volvieron a la casa y vaciaron el arsenal que había en el lugar”.
El episodio, ocurrido a comienzos de julio de 1975, fue la excusa perfecta para que la banda de Castillo desplegara su brutalidad desatada. El 7 y el 8 de julio de 1975, asesinaron a 6 estudiantes como represalia por la muerte: Mario Cédola, acribillado en Plaza Moreno; Pablo del Rivero, Gustavo Rivas, Guillermo Codino, todos militantes de la JUP fusilados en la calle en Tolosa; así como Norberto Juan Orlando y Roberto Antonio Rocamora, militantes del Grupo Universitario Socialista (GUS-OCPO) acribillados la madrugada siguiente, luego de que la patota irrumpiera en la casa donde vivían cerca de Berisso. En una agonía de 3 días Cédola pudo mencionar que les dispararon con ametralladoras desde la caja de una camioneta encapotada y que 2 delos atacantes eran  “El Indio” y Eduardo “El Oso” Fromigué. La venganza fue anunciada en las calles de La Plata con pintadas que decían “Once por Ponce”.
Cada vez más, el juicio a dos represores de la CNU La Plata va quedando chico ante la magnitud de los crímenes que la banda de la derecha peronista cometió en nuestra ciudad entre 1973 y 1976. La ampliación de la acusación sobre Castillo y Pomares es una necesidad que haría en parte justicia. Pero quedan otras familias de víctimas sin respuesta, y otros verdugos aún impunes.

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