En las puertas del Tribunal Penal de la Provincia, Calle 7 entre 56 y 57, ciudad de La Plata.
Juicio Oral a Enrique Loretto, ex jefe de calle de la Comisaría IV de Berisso, quien está acusado de lesiones y apremios ilegales contra Carlos Arévalo, un trabajador del lugar.
Loretto también está implicado en la trata de personas menores de 18 años para que ejerzan la prostitución en Misiones. Este caso se suma a la larga lista de abusos cometidos por la Policía Bonaerense y pone en evidencia las redes de relaciones entre violencia policial, negocios de prostitución y extorsión a jóvenes para delinquir. Durante los días 16, 17 y 18 de febrero se llevará a cabo en los Tribunales Orales del Fuero Penal de La Plata, el juicio oral y público al ex policía Loretto, otro caso más de abuso por parte de funcionarios policiales de la provincia de Buenos Aires. En la primera jornada, Loretto será juzgado por el delito de abuso de armas, mientras que en las otras dos audiencias afrontará la acusación de apremios ilegales y lesiones. El Colectivo de Investigación y Acción Jurídica (CIAJ) y la Asociación Miguel Bru son las organizaciones de derechos humanos que desde el año 2003 llevan adelante la defensa de Arévalo. Este trabajador fue detenido a punta de pistola e ilegalmente por Loretto en mayo de ese año. Durante su detención, fue golpeado en la cara, fracturada su nariz y posteriormente se le armó una causa por “atentado y resistencia a la autoridad”. Por estos hechos, Enrique Esteban Loretto, ex jefe de calle de la comisaría IV de Berisso, del barrio de Villa Argüello, está acusado de apremios ilegales y lesiones contra Arévalo. Además, tiene que afrontar otra causa en Misiones por trata de menores para ejercer la prostitución. No se trata de un caso aislado. El caso de Loretto se suma a la larga lista de abusos cometidos por personal de la Policía Bonaerense, en momentos en que se discute brindarle mayores facultades a la policía a través del proyecto de Código Contravencional que impulsa el Gobierno de la Provincia. Es a esta Policía, que detiene ilegalmente, tortura, asesina y organiza redes de delito, droga y prostitución, a la que se le quiere entregar mayores herramientas punitivas, que además ejercerán según su criterio, el mismo que utilizan de forma esquizofrénica y organizada para prevenir y gestionar el delito. El Colectivo de Investigación y Acción Jurídica y la Asociación Miguel Bru sostuvieron desde el 2003 esta causa contra las demoras y los obstáculos presentados durante el proceso de investigación. La lentitud del Poder Judicial garantizó siete años de impunidad. Ahora se logró llegar a la instancia oral de un caso que se suma a la larga y triste lista de abusos cometidos por la Policía bonaerense.
Convocatoria y contactos:
Relaciones que hacen posible que la Maldita Policía Bonaerense se reinvente
El caso Loretto no es un caso aislado dentro de la Policía de la Pcia. de Buenos Aires. Es uno de los tantos casos enmarcado en la institución policial. Institución que hace posible que exista un Loretto, quizás no tan conocido; un tal Santiago Regalía, quien torturó y asesino de un tiro en la cabeza dentro de un patrullero a Darian Barzabal; uno conocido por todos: Alfredo Fanchiotti; los que todavía no conocemos, aquellos policías que desaparecieron a Luciano Arruga; y otros que ya se “excedieron”, los que fusilaron por la espalda a jóvenes en José León Suárez. Y la lista podría seguir, incluyendo a los más conocidos, como Klodzyck, jefe de aquella maldita policía de los 90 u otros desconocidos, como aquellos policías que día tras días gestionan el delito, los después “exonerados”, o los Comisarios intocables.
El caso de Loretto no se trata de un “exceso policial”, como muchas veces aparece en los titulares de los grandes diarios, en ese afán de diluir la responsabilidad institucional y estructural de la policía y de sus Ministerios de (in)Seguridad. Ese “exceso” tiende a hacer responsable penal al policía, a la manzana podrida, consiguiendo así la posibilidad de sacarse un verdadero problema de encima. Las prácticas institucionales del exceso – o “anómicas”-, son la mejor manera de seguir sosteniendo la fachada “legal” de las fuerzas de seguridad estatales.
El caso de Loretto, como tantos otros dentro de la bonaerense, no sólo nos permite visualizar el nivel discrecional con el que se maneja la policía a partir del aval político y judicial sino que además, nos brinda la posibilidad de rastrear esas relaciones de continuidad que se construyen entre actores dominantes de la comunidad, la policía, la justicia, los medios y actores políticos, que legitiman el accionar de una fuerza que desde la vuelta a la Democracia, se viene cargando a gran parte de la juventud, para que sea la mano de obra barata, o para asesinarlos en sus múltiples formas.
En el barrio de Villa Arguello, en la localidad bonaerense de Berisso, durante el año 2003 “vecinos autoconvocados” se organizaron en los llamados Foros de Seguridad, iniciativa promovida por el actual Secretario de Gobierno del Municipio, Ángel Celi. Varios vecinos reclamaban más seguridad y control policial sobre los sujetos considerados “peligrosos” a partir de la muerte de un peluquero del barrio. Así se constituyó una red política y policial que daba legitimidad para el abuso y control policial en pos de la “prevención”, pero que también gestionaba el delito, la droga y la prostitución en el lugar.
Este tipo de redes, dan cuenta de las complicidades que conforman la doble vida de la policía bonaerense, la misma que lucha contra el delito de cara a los “vecinos” y la que lo gestiona el delito usando para ello la cooptación e inclusión de jóvenes marginados, a través de redes ilícitas de intercambio que van desde la protección o el establecimiento de zonas liberadas hasta la provisión de armas y drogas.
También nos habla de las legitimidades que se le otorgan a la institución policial a partir de la construcción discursiva de una otredad peligrosa a la que hay que ponerle forma para que salga del plano de la incertidumbre, y que adquiere, muchas veces, la forma que el poder le otorgue. Ese sujeto, que se convertirá en el representante absoluto del “miedo” social al delito (que hoy se visualiza en los jóvenes, y más precisamente en los jóvenes pobres, morochos y vestidos con ropa deportiva, en el “pibe chorro”), se puede rastrear en los discursos de los medios empresariales que amplifican ese miedo, no sólo a partir del bombardeo constante sino también a partir de la utilización del discurso conmovedor, con un desfile incesante de víctimas de la inseguridad.
En definitiva, el caso Loretto no es un caso aislado y tampoco excepcional. Toda la policía está maldita. El problema no es solamente el que aprieta el gatillo, tortura, o arma una causa, sino el espíritu de cuerpo y los códigos de silencio de una agencia que, con el paso del tiempo, a partir del desgobierno y la demagogia de la política y el descontrol de la justicia, se ha ido corporativizando.
Existe una extensa cadena de complicidades que van del policía más “pichi” al más “poronga”. Por eso, no se trata de eventos aislados, ni excepcionales, sino de rutinas policiales, prácticas sistemáticas de estado: intervenciones regulares, discrecionales, abusivas y violentas que casi siempre tienen como objeto a los mismos sectores de la población: los jóvenes, pobres y morochos; desocupados o inmigrantes de origen boliviano, peruano o paraguayo. Prácticas enmarcadas en una estructura militarizada, politizada, hipercentralizada y descontrolada.
La policía no se reforma sacando la manzana podrida, sumariando, haciendo purgas, o descabezando a la cúpula policial. ¿Cuántas purgas se han hecho en las últimas décadas y sin embargo la policía continúa reproduciendo las mismas prácticas? ¿Cuántos Lorettos se han sacado y sin embargo, continúan reproduciéndose? Hasta que no se modifique el canasto que las contiene seguirán pudriéndose cada una de las manzanas que se depositan allí dentro.
Esto no significa que haya que exonerar de responsabilidad a los actores individuales, por ser portadores de operaciones que no controlan. Tampoco significa que no haya que determinar las responsabilidades concretas para el caso a través de un juicio con todas las garantías del debido proceso. No estamos diciendo que Loretto tenga que estar en libertad. Pero el problema no se resolverá con Loretto en la cárcel. La policía que nos toca es producto del desgobierno de la policía, la incapacidad y la complicidad de la clase dirigente con la jefatura policial. Producto, también, del descontrol judicial, de la incapacidad, la pereza, de la familia judicial que ampara a la institución cuando no investiga, cuando compra automáticamente los libretos que produce en serie la policía. Como dijimos en varias oportunidades: no hay maldita policía sin maldito poder judicial. No hay maldita policía sin corrupción política.
Por eso, si de responsabilidades se trata, y lo que se busca es reformar a la policía, entonces habrá que desandar las rutinas policiales. Y esa es una tarea que supone asumir la conducción política de la policía, la participación y la movilización social para poner en crisis la brutalidad que define a la policía bonaerense.
Todo ello sin perder de vista que desde hace meses, justicia y seguridad en Buenos Aires se preparan en la misma cocina, la del superministro Ricardo Casal, cuyos ingredientes son: más policía para combatir a la pobreza criminalizada, más poder para mantener el orden, más complicidad política y judicial para sostener el paradigma de la inseguridad y el miedo. Instituciones políticas, mediáticas, policiales y judiciales que no hacen más que reflejar los discursos que esgrimen las mismas personas que las conforman, conceptos que se reproducen en el cotidiano y que conforman la tangente por donde se escapa la responsabilidad y que son el hilo conductor que luego ayuda a jalar del gatillo.
Ciaj La Plata
El pasado jueves se realizó la última audiencia, previa a la lectura del veredicto, del juicio que enfrenta el ex Oficial Inspector Loretto. Previa a la lectura de los alegatos, el acusado pidió declarar, realizando un descargo de una hora y media. La defensa pidió nueve años por las dos causas (García y Arévalos) , mientras que la querella siete anos sólo por la que ellos levan (Arévalos) . La defensa alegó que el ex policía debía ser absuelto por las dos causas.
A las 15:00hs estaba todo listo para dar lectura a los alegatos, tal fue pautado en la audiencia del día anterior, sin embargo Loretto sorprendió a los presente cuando pidió declarar, un derecho que se reservó durante todo el juicio.
Durante su declaración se presentó como víctima de una suerte de complot policial, por haber denunciado a su Comisario y a un subordinado suyo por cobrar seguridad a distintos negocios de la jurisdicción.
El imputado aseguró que respecto a la causa 837 ese día estaba realizando un operativo cerrojo en el barrio, que contaba con más de 10 allanamientos. Afirmó que cuando se encontraban volviendo a la comisaría vieron un auto manejado por Velazco y con dos acompañantes. Denunció que el chofer tenía una actitud sospechosa al deambular por el barrio, y que ya era conocido por robar, por lo que decidieron pararlo. En ese momento, según el ex- policía, uno de los acompañante y víctima en la causa, Arévalo, se negó a bajarse y lo insultaba, por lo que lo sacó del auto “con el mínimo de fuerza necesario”, y en defensa propia le propició una piña.
Respecto a la causa 277, dijo que se encontraba en otro lugar cuando García recibió un tiro en la pierna, desde un auto particular.
Loretto aseguró ser un policía honesto, que siempre trabajo para la justicia, y en muchas ocasiones realizando investigaciones para el tribunal que ahora lo juzgaba. Mencionó sus antecedentes en seguridad, desempeñándose durante un año como custodio de Duhalde, otro en Inteligencia, y muchos más en la Brigada de Investigaciones. De a momentos quebraba la voz y amagaba a llorar, como cuando aseguró que las asociaciones que llevan adelante la causa – CIAJ y Asociación Miguel Bru - y la “prensa sensacionalista y amarillista me arruinaron la vida para siempre empapelando la ciudad con mi nombre, mencionando que tengo una causa en Misiones, pero sin decir que por la misma fui sobreseído”. También sostuvo que esa misma prensa, nunca hizo hincapié en que era hijo de un desaparecido, y que los dos padres de su mujer sufrieron el mismo destino. También repartió palos hacia,
A pesar de asegurar no ser “un policía de mano dura”, se mostró a favor de las detenciones arbitrarias, argumentando que “los ciudadanos honestos entregan cuota de su libertad a la autoridad”.
Tras finalizar su descargó la Fiscalía fue la primera en leer los alegatos. La misma argumentó que el ex Jefe de Calle de la Comisaría 4ta de Berisso, se movía por la jurisdicción como una suerte de “sheriff de una vieja película del oeste, juzgando y condenando” y que respecto a los hechos quedaba probado que Loretto era el responsable penal. En cuanto al caso de Arévalo amplió que no había motivos para detener el auto, y que si bien la herida de la víctima era leve, no lo era así el contexto en que se produjo.
La Fiscal pidió nueve años a Loretto, la indemnización a las víctimas y el procesamiento de Loretto y sus dos subordinados por armar una falsa causa a Arévalo, ya que se le inició un procesamiento en su momento, por “resistencia a la autoridad”
Por su parte, la Querella desestimó la teoría de conspiración que declaró el ex policía, ya que las denuncias que realizo a su Comisario y a su subordinado, se realizaron varios meses después de estos hechos. Señalaron que detener un auto porque el chofer es un conocido delincuente no es motivo suficiente, y menos tomando consideración que el motivo era “averiguación de antecedentes”, y a Velazco ya lo conocían. También argumento que Velazco no presenta antecedentes.
Finalmente, la abogada Sofía Caravelos, afirmó que siendo hija de desaparecidos, deseaba que “ojala la dignidad se trasmitiera por sangre”, en relación a los dichos de Loretto, de que era hijo de desaparecido.
La abogada pidió 7 años de prisión por la denuncia que ellos llevan adelante, en la cual resulta víctima Arévalo.
La Defensa basó su argumentación en que en cuanto a la causa de Arévalo “todos los testigos mintieron”, dado las contradicciones que presentaron en sus relatos, y que “no encontramos incoherente el hecho de que se detenga la marcha de una persona”, siendo ésta una “tarea de prevención” y que se trataba de un “operativo policial genuino”. También afirmaba que la motivación de Arévalo para llevar adelante semejante causa, era meramente económica y pedían la absolución de Loretto para este caso, así como el procesamiento de este y varios testigos más por “falso testimonio”.
En cuanto al otro hecho en que se encuentra imputado Loretto, fundamentó que la víctima del hecho no reconoció al ex oficial como quien le disparó, y que por eso para este caso también pedía su absolución.
por indymedia