A cinco meses de la represión durante el desalojo del Parque Indoamericano, siguen apareciendo personas que fueron heridas con perdigones de plomo durante aquel operativo. Sus testimonios y la evidencia de los orificios que les dejaron las balas en el cuerpo son fundamentales en la investigación judicial, a cargo del fiscal Sandro Abraldes, porque confirman que los disparos no provenían de armas tumberas sino de escopetas compatibles con las que usan tanto la Policía Metropolitana como la Policía Federal, protagonistas del feroz despliegue. Un dato clave es que estos testigos fueron baleados casi a la misma hora y en puntos muy próximos de donde cayeron muertos Rosemarie Churapuña y Bernardo Salgueiro. Se conocieron, además, imágenes tomadas por cámaras de la Autopista 7 que comprometerían a la policía porteña en el asesinato de la chica.
Churapuña y Salgueiro fueron asesinados ese 7 de diciembre a la nochecita, cuando las policías desataron la represión. Los mataron en dos extremos del Indoamericano distantes entre sí y sin embargo les extrajeron perdigones prácticamente iguales. Ninguno de los dos participaba de la toma, estaban mirando. A él lo mataron en el ingreso a la villa 20. A ella, a 250 metros del cruce entre la Autopista 7 y Castañares. Desde un comienzo, la policía intentó instalar la teoría de que los plomos provenían de armas de fabricación casera accionadas en el enfrentamiento con ocupas y vecinos. El testimonio de Wilson Fernández Prieto fue el primero en contradecir esa versión: tiene un orificio de bala en el hombro izquierdo, otra le arrancó parte de la oreja derecha y dijo que pudo ver a policías disparar desde el puente de Escalada (donde había federales y metropolitanos) hacia donde estaba él, también en la villa 20. Poco después denunció seguimientos e interrogatorios policiales irregulares.
Hace algunas semanas, la fiscalía de Abraldes dio con otros tres jóvenes heridos en Soldati, en la misma jornada y en horarios próximos, al analizar la lista de pacientes que habían ingresado para atenderse en los hospitales cercanos, explicaron allegados a la causa. Los peritos de Gendarmería evaluaron las heridas que presentan dos de ellos, con orificios de entrada y salida (los proyectiles no están) y dijeron que son propias de municiones de plomo compatibles con escopetas policiales.
José Ronald Meriva Guzmán vive en la villa 20 y estaba llegando del trabajo cuando vio gente corriendo por la avenida Escalada, algunos lanzando piedras, hacia la entrada a su barrio. Bajó por el terraplén, pegado a un cementerio de autos, y en paralelo veía policías “de negro”. Al voltearse hacia el puente sintió “un calor” en la pierna. Un perdigón se la había atravesado. Guzmán dijo que, cerca, vio a un hombre herido en la oreja, que sería Wilson. En un punto cercano mataron a Salgueiro. La querella que representa a su familia llevó a declarar el lunes a un hombre que estaba junto a él. No sólo dijo que vio a la policía gatillar: mostró que él recibió un tiro en la pierna.
Miguel Angel Montoya se encontraba en la otra punta del predio. Estaba, dijo, en la casa de un amigo suyo en Los Piletones, cuando recibió el aviso de que habían herido a un conocido. Salió, escuchó escopetazos y cruzó la Autopista 7, donde vio un camión hidrante, además de agentes policiales arriba y al costado. También vio a tres o cuatro uniformados dentro del Indoamericano tirando bombas de gas hacia la gente, que devolvía con piedras. Fue cerca de las 20.30, precisó. “Escuché un disparo. Dos balas me pegaron en el cuerpo (en la pierna y sobre la cintura) y otra me agujereó la remera”, recordó ante la fiscalía. Montoya aceptó hacer una reconstrucción en el lugar y se situó en un punto muy cercano a donde asesinaron a Churapuña. Una de las pruebas fuertes que corroboran este relato y complican a la Policía Metropolitana sobre su accionar en ese sector del parque es una filmación de las cámaras de la autopista, que registra el avance de un grupo de sus agentes en dirección a ese punto y a la hora señalada por Montoya. El otro hombre herido debía declarar el lunes último, pero faltó.
Abraldes les pidió a los jefes de la Federal y de la Metropolitana que informen qué policías integraban tanto el grupo del puente de Escalada como el que está filmado llegando a la autopista. Hasta ahora sólo fueron señalados dos hombres de la policía porteña. En la causa aún no hubo llamados a indagatoria por los homicidios y heridos. También se investiga un tercer asesinato, el de Emiliano Canaviri, que ocurrió dos días después, cuando ocupaba un predio lindero al Indoamericano.
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