Había sido condenado a perpetua por el crimen de carlos prats
Publicado el 29 de Abril de 2011
El ex espía del régimen de Augusto Pinochet gozaba de libertad condicional. Lo hallaron sin vida en su domicilio con varias puñaladas.
Desde que cayó detenido en Buenos Aires durante 1978, el espía chileno Enrique Lautaro Arancibia Clavel, siempre juró que terminaría sus días en Santiago de Chile, donde se formó como agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). En 1971 se radicó con documentos falsos en la Argentina y tres años después organizó, bajo estrictas instrucciones del entonces dictador Augusto Pinochet, el asesinato del general democrático Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert. Desde entonces afrontó dos períodos de detención y una larga lista de acusaciones por delitos de lesa humanidad, pero ayer, el destino le jugó una trampa y se interpuso en su soñado retorno a Chile. El jueves por la tarde, su sobrino lo halló sin vida dentro del departamento “D” que el ex agente de inteligencia ocupaba en el primer piso de Lavalle al 1438, en pleno corazón de Tribunales. Cuando el familiar entró al departamento, encontró a su tío tirado en el suelo, de costado y con dos puñaladas enla espalda y en el pecho que estaban rodeadas de sangre seca. Según los investigadores de la seccional 3ª de la Policía Federal, la puerta del departamento no fue forzada, un elemento que les permitió suponer que Arancibia Clavel conocía a su agresor. Cuando estalló la noticia, una primera versión sostuvo que el espía, en libertad condicional, se había suicidado, pero con el correr de las horas, una fuente de la Policía Federal confirmó que “hay componentes que no tienen relación con un suicidio, sino con un crimen de índole pasional o sexual”. Fue detenido en 1978 por la dictadura argentina, que lo acusó de realizar operaciones de espionaje contra la Argentina en el conflicto que mantuvo con Chile por el canal de Beagle. Un allanamiento judicial descubrió que el chileno tenía los listados aportados por el Batallón 601 del Ejército Argentino, con los que realizaba informes para la DINA en los que llegó a informar el destino de miles de desaparecidos. Pero lo cierto es que durante esos años, Arancibia Clavel fue una pieza clave del Plan Cóndor, auspiciado por la dictadura chilena para perseguir, detener y exterminar a opositores trasandinos en todos los países del Cono Sur. Por esos crímenes, entre ellos el asesinato de Prats, el espía volvió a la cárcel el 22 de enero de 1996 por orden de la jueza María Romilda Servini deCubría, y luego su prisión fue ampliada por la detención de Laura Elgueta Díaz y Sonia Díaz Ureta, dos ciudadanas chilenas que fueron detenidas por la Policía Federal en 1977 y estuvieron desaparecidas en el Centro Clandestino de Detención “El Atlético”, que funcionó en el subsuelo del depósito de suministros que la PFA tuvo en Paseo Colón bajo la Autopista 25 de Mayo. Las dos mujeres lo identificaron por el aroma de su perfume y aportaron pruebas que extendieron su prisión hasta 2009, cuando le dictaron la libertad condicional. Desde entonces, se domicilió en Tribunales, desde donde manejó dos flotas de taxis hasta ayer, cuando se transformó en el difunto más famoso del Plan Cóndor.
Fuente: Tiempo Argentino
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LA INCREIBLE HISTORIA DE ARANCIBIA CLAVEL
El hoy asesinado agente chileno supo los nombres de los detenidos desaparecidos de Chile y Argentina cuando los familiares luchaban en los tribunales por conocer su paradero. Participó de la Operación Cóndor, en el crimen del Prats, en el del general Schneider y espió a las fuerzas armadas vecinas para el conflicto del Beagle. Sorprendete con esta historia.
Enrique Arancibia Clavel. Chileno. Nacido en Punta Arenas el 13 de octubre de 1944; hijo de Eladio y Violeta, soltero, estudiante, domiciliado en general del Canto N° 122 Santiago. Cédula de Identidad N° 4.815.227 de Santiago. Clasificación dactiloscópica 86444-68262-97434. 1, 73 de estatura, peso 70 kg; ojos café, pelo castaño.
Así versaba la primera ficha policial que tuvo el ex agente de la DINA en Buenos Aires, recientemente liberado, pese a las dos condenas que pesan en su contra -una de presidio perpetuo por la muerte del general Carlos Prats y a 12 años por torturas a Laura Elgueta- cuando fue requerido en 1970 por su implicancia en la muerte del ex comandante en jefe del Ejército René Schneider.
Desde Patria y Libertad, pasando por sus tendencias filo nazis, la homosexualidad de la que nadie habla, jefe de información clandestina de la DINA en Buenos Aires después del golpe, reciclado a momentos como espía de información militar para la casi guerra con Argentina en 1978, un poco empresario y con una familia conservadora, ligada a la derecha y al Ejército -su hermano llego a ser jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE)- es un personaje a quien la realidad lo superó, como si se tratara de la mejor novela del género conspirativo.
Pero de sus actividades las nuevas generaciones poco saben, de sus informes que llegaban cada semana a las oficinas de la DINA, firmados por Luis Felipe Alemparte Díaz, su identidad operativa, de las informaciones sobre detenidos desaparecidos chilenos y argentinos que manejaba a los pocos meses, incluso días, van reflejando el perfil de un hombre que conoció de cerca los años más oscuros de los regímenes del conosur.
En los archivos que guarda la Universidad Alberto Hurtado se detallan sus actividades. Memos a Luis Gutiérrez, nombre supuesto del jefe del servicio exterior de la DINA, a quien llegó a informarle que el ministro de bienestar social de Eva Perón, el tristemente célebre López Rega, golpeaba a la presidenta. "La versión la entregó el edecán naval de ella", escribió.
Tanto fue el acceso y la importancia que llegó a tener para la DINA Arancibia Clavel que conoció pormenores de la llamada Operación Colombo que llevó a cabo ese servicio para la eliminación de disidentes al régimen militar.
De hecho, enviaba listas con los desaparecidos y eliminados en Argentina -por izquierda, según versan sus informes- que contienen nombre completos, números de identidad, en momentos en que las organizaciones de derechos humanos luchaban par saber qué sucedía con sus familiares.
Pero la suerte de Arancibia Clavel cambió en 1978 cuando fue detenido por espionaje. El resto es historia. En 2000 fue condenado por el caso Prats, años más tarde por las torturas a Laura Elgueta y hoy está libre por beneficios carcelarios (NdR: el artículo fue escrito antes de que se conociera su muerte).
Si bien la periodista Mónica González en su libro "Bomba en una Calle de Palermo" reveló todas sus actividades, aún falta escribir su historia.
Fuente: El Mostrador de Chile